El 9 de Julio, en Entre Ríos, debe ser un día especial de reflexión crítica sobre las luchas por la independencia, las de ayer y las de hoy.
Y es importante ver más allá de los hechos históricos y de las fechas instituídas, y analizar en profundidad los procesos históricos concretos.
El 9 de Julio los diputados firmaron un Acta en Tucumán. Pero antes, después y más allá de ellos, en toda Nuestra América se dieron grandes luchas revolucionarias contra la dominación imperialista. Y en esas luchas, hay que destacar el sacrificio de las clases populares, que dieron su vida en la lucha por la liberación.
Las luchas en toda Sudamérica presionaban y empujaron políticamente al Congreso de Tucumán para firmar la Independencia. Las luchas de los pueblos originarios, con Tupac Amaru como conductor y ejemplo paradigmático, la de los negros descendientes de esclavos africanos como Touissant L'Overture en Haití y como todos los negros en toda Nuestra América. Las luchas de Belgrano, San Martín, Güemes, y Bolívar, y especialmente, la lucha revolucionaria por la independencia verdadera y por el federalismo auténtico que desarrollaba la Liga Federal, comandada por José Artigas.
Entre Ríos y la Liga Federal no participaron del Congreso de Tucumán. Es que aquí, un año antes, el 29 de Junio de 1815 -fecha que tenemos que recordar tanto y más que el 9 de Julio- ya se había declarado la Independencia absoluta en el Congreso de Oriente, de Arroyo de la China, de Concepción del Uruguay -fué nuestra Primer Declaración de Independencia-; y la diagonal roja de nuestra Bandera Federal refleja el homenaje combatiente a la sangre derramada por los sectores populares en esa lucha completa anticolonialista, antiimperialista y anticentralista.
Y era el poder centralista y neocolonialista el que convocaba a un supuesto debate en Tucumán, en medio de sus acuerdos con el imperialismo europeo y a la par de sus ataques a las provincias comprometidas con el proyecto federal revolucionario.
No iba a haber independencia real si no había federalismo auténtico y libertario. No la habrá si no logramos ambas cosas al mismo tiempo. Artigas siempre vuelve, porque tenía razón.
El 9 de Julio es políticamente el día en que Bs.As y las demás provincias también firmaron -y a su manera- la independencia. Pero esa es, insistimos, para los entrerrianos, orientales y litoraleños, la Segunda Declaración de Independencia.
Y no todos los congresistas de Tucumán estaban convencidos del asunto. Buena parte de ellos eran monárquicos y además, Bs.As no dudó en enviar delegados de ese Congreso al Brasil, para acordar con el imperio portugués la invasión a la Banda Oriental y la derrota del proyecto artiguista, como luego sucedió.
Y el proceso de luchas por la primer independencia sudamericana, mal que le pese a las revistas infantiles y a algunos medios, siempre tan ideológicos, no terminó con una firma el 9 de Julio. La derrota del imperio español se produjo en Ayacucho, en Perú, en 1824 y gracias a la difícil coordinación sudamericana y a guerra popular prolongada que lo enfrentó con todas sus fuerzas.
Pero la independencia política contra España no significó liberación política, social y cultural para los indo-afro-americanos, cuyas fuerzas populares subalternas quedaron divididas y fragmentadas frente a la naciente geopolítica nacional-estatal criolla y oligárquica hegemónica, que surgía en ese Siglo XIX. Y está muy claro que la colonialidad del poder continuó y continúa.
En toda Nuestra América hoy, los pueblos originarios, los hermanos indígenas y todos los movimientos populares están dando las nuevas batallas contra el colonialismo.
Y analicemos un poco más ese año clave de 1824. Por un lado, y con un enorme esfuerzo de unidad y sacrificio con vidas y sangre popular, Sudamérica derrota al imperio y logra la Primer Independencia política. Pero ese mismo año, el gobierno unitario porteño -cuyo ideólogo era Rivadavia- pide el primer préstamo a la Banca inglesa Baring Brothers e inicia la deuda externa, un grave problema que nos duele y nos saquea hasta el día de hoy.
En 1824 entonces terminábamos la lucha por la primer independencia, pero ya se iniciaba la lucha por la segunda, que llega hasta nuestros días.
Hoy, estamos en el año del Bicentenario del Movimiento de Mayo de 1810. Y en medio de un mar de dificultades y contradicciones, Nuestra América busca su Segunda Independencia.
El capitalismo está en crisis estructural, y los poderosos del mundo vienen por todo. Vienen por el agua, por la tierra, por el monte y por la vida. Debemos unirnos, recuperar nuestra genealogía histórica y luchar, para que en los próximos actos no nos encontremos sólo para cantar un himno, para repetir discursos hechos o sólo para izar una bandera.
Hoy en Nuestra América se habla desde arriba, del ALBA, de una Alternativa Bolivariana y de una UNASUR, una Unión de Naciones del Sur, que hoy conducen unos que se parecen a Rivadavia con sus Fondos del Bicentenario. También se habla, desde abajo, de Encuentros de Organizaciones Latinoamericanas Autónomas y de confederaciones originarias y populares. Desde Entre Ríos debemos ayudar a superar los prejuicios y las mentiras ideológicas del poder y discutir estos proyectos, desde abajo, junto a todos los que luchan en nuestra tierra abyamericana, para sostener lo que deba ser sostenido y para superarlos si es que las clases populares y los movimientos sociales deciden superarlos, y para llenarlos de contenido litoraleño y rioplatense, y emanciparnos de la opresión política, económica, social, cultural, pedagógica, informativa y vital, todos juntos confederados, como soñó don José Artigas.
Porque peor es no discutir nada y no luchar por nada, y seguir dando vueltas entre limitaciones, discursos, traiciones y fracasos.
Debemos abrir nuestras cabezas y nuestros corazones, porque no puede ser que nos sea más familiar el show impresentable de Tinelli que, por ejemplo, el asesinato golpista y fascista a un gurí o a un periodista en Honduras.
Debemos salir de la influencia de la propaganda mediática hegemónica porteña, europea y norteamericana, que en realidad son tres aspectos de lo mismo.
La lucha será larga, pero será mejor si la hacemos unidos, porque si no, no le garantizaremos a nuestros hijos ni libertad, ni igualdad, ni justicia, ni oportunidades, ni trabajo, ni solidaridad, ni dignidad ni nada.
Sólo los pueblos unidos en la lucha salvarán a los pueblos, y harán -por sí mismos, por su propia autoactividad política, económica, educativa y cultural, bioregional, autónoma y contrahegemónica- que la Independencia política y social no sea sólo un acto patrio y simbólico de un sólo día.
Más que nunca, reafirmemos entonces en este largo día después de mañana, que no habrá emancipación política sin emancipación social.
Prof. Mauricio Castaldo